Ayer vi de qué iba esta crisis.
Ayer conocí a una farmacéutica y a un economista (de hecho, un becario recién licenciado que ha tenido la suerte de que su banco le ha mandado seis meses de training por el mundo). La farmacéutica, que parecía más una periodista que una farmacéutica, hizo quince preguntas seguidas y sin respirar al economista. Intentaré hacerlo en forma de diálogo:
F: ¿Y tú qué opinas de la crisis?
E: (Abrumado por la amplitud generalista de la pregunta) ¿De qué de la crisis?
F: Pues la crisis… ¿Cómo empezó? ¿Qué va a pasar? La burbuja inmobiliaria…, eso, eso, la burbuja inmobiliaria, ¿Por qué la burbuja inmobiliaria? Porque la culpa es de los bancos, ¿no?, bueno, del euríbor, eso, eso, el euríbor… Por cierto ¿qué es el Euríbor?
E: (contestando como buenamente puede sólo a la última pregunta) Es el interés al que los bancos se prestan dinero entre ellos.
Aquí me provoqué voluntariamente un síndrome de deficiencia de atención a esta conversación que se desarrollaba a mi derecha y me apliqué en seguir la conversación de mi izquierda, que no viene a cuento. Al cabo de un rato, la farmacéutica se dirige a todos los que estábamos en la mesa del pub:
F: ¡Muy bien! Por fin ya sé lo que es el Euríbor. Es que me compré un piso que me van a entregar en el 2010….
Yo: (pensando) ¡Plonk!